En
estos días de abdicaciones y coronaciones Javier
Irastorza, Jesús
Rodríguez y yo hemos entablado un debate sobre si la monarquía
es democrática o no. Con su agudeza habitual Javi nos recomendó
este artículo ¿Son
las repúblicas más democráticas o más progresistas?
del politólogo José Ignacio Torreblanca. El autor afirma que:
“Ninguno
de los índices que manejamos los politólogos sobre democracia (...)
considera la forma de gobierno como un mérito o demérito a la hora
de evaluar la democracia”.
Hasta ahí podría tener razón pero creo que ignora varios aspectos
esenciales
por los que en España muchos no concebimos que la monarquía sea
democrática. Con
este texto espero demostrar que no todas las personas republicanas
respondemos a la comodidad de la fórmula que da el académico:
“República
= Democracia = Izquierda” y su contraria: “Monarquía =
Autoritarismo = Derecha. Todo esquematismo es una coartada para
no tener que pensar. Este caso no es diferente”,
en realidad, respondemos
a unos principios meditados, a una historia estudiada y a una memoria
que perdura.
Comencemos
con las definiciones de ambas palabras. Etimológicamente monarquía
significa el gobierno de uno solo μονος
(mónos):
‘uno’, y αρχειν
(arjéin):
‘gobierno’.
Dice la RAE:
forma
de gobierno en que el poder supremo corresponde con carácter
vitalicio a un príncipe, designado generalmente según orden
hereditario y a veces por elección. En contraposición democracia se
define como: Predominio
del pueblo en el gobierno político de un Estado. De entrada no
suenan muy compatibles.
Repasemos
ahora brevemente la historia de las monarquías occidentales desde
la creación de la mayoría de los estados europeos para entender
porque el caso español es especialmente hiriente. Durante la Edad
Moderna las monarquías medievales (generalmente electas, inscritas
en un contexto permanentemente bélico y herederas del derecho
romano..) evolucionan hacia el autoritarismo (Carlos V, Enrique
VIII...) dejando atrás el concepto de primus
inter pares
y, de ahí, al absolutismo (forma de monarquía en la que el rey es
el estado y sólo debe responder ante Dios) con su máximo exponente
en Luis XIV de Francia.
El
Antiguo Régimen, como se conoce historiográficamente a este
periodo, termina con las revoluciones liberales cuyos resultados
fueron muy variables ( la Commonwealth de Oliver
Cromwell, Revolución
francesa, Independencia
de los Estados Unidos, Constitución
española de 1812...)
A
diferencia de otros países donde el parlamento, el estado o la
propia población del país aceptaron a sus monarcas y los
incorporaron a sus nuevos sistemas democráticos, en España no fue
así. Siglos después, y con los sucesores del Rey Sol en nuestro
trono, el pueblo español se levantó en múltiples ocasiones para
tratar de derrocar a los Borbones. Incluso se promulgaron varias
constituciones más o menos democráticas. Hasta que finalmente en
febrero de 1873 Amadeo I de Saboya abdica, instaurándose así la I
República española. Fue un golpe de estado de Martínez Campos
quien acabó con ella y comenzó la Restauración borbónica. Es
decir, fueron los militares y no la población quienes terminaron
poniendo al rey la corona.
Pero
nuevamente la mayoría habló y en las elecciones municipales de 1931
los republicanos arrasaron en las principales ciudades del país. Los
acontecimientos que continuaron al plebiscito se zanjaron con la
marcha de Alfonso XIII, sin abdicar, y la instauración de la II
Republica española. Como todos sabemos, aunque algunos parecen
olvidarlo a veces, la II República finalizó con el levantamiento
militar del dictador fascista Francisco
Franco. Alfonso XIII apoyó el golpe de estado, dijo ser “un
Falangista desde primera hora”
y siempre mostró su cariño con cartas y regalos al dictador. Espero
que esto responda a la pregunta de Torreblanca “¿La
España de Franco: qué era?”,
evidentemente no era una democracia ni una monarquía porque hay
otras formas de gobierno, como por ejemplo, las dictaduras.
Continúa
Torreblanca alegando:
“Que
una institución no esté elegida directamente por la ciudadanía
simplemente quiere decir que, por la razón que sea, pero de forma
democrática, se ha decidido preservar a esa institución”. Puede
que así sea en el caso de Suecia u Holanda pero no es el nuestro.
Recordemos que el,
hasta hace
poco, rey de España Juan Carlos I fue
proclamado el 22 de noviembre de 1975, tras la muerte de Franco, de
acuerdo con la Ley
de Sucesión en la Jefatura del Estado
de 1947. Es decir, era el sucesor elegido y designado por el
Generalísimo .
Y
ahora voy a tratar de aclarar por qué para “una
parte importante de la izquierda española” la
República se asocia con la libertad, igualdad, justicia social,
etc.. “mientras que, por el
contrario, a Monarquía estaría asociada a autoritarismo, inequidad,
etc.” (palabras textuales del
profesor) . Uno de los máximos ejemplos de la desigualdad que
suponen los soberanos en España es que seguimos con la Ley
Sálica para arriba y para abajo desde el SXIX, una legislación
que discrimina abiertamente a las mujeres. ¿Qué ocurriría si a
cualquier española de a pie la quitaran su herencia a favor de su
hermano menor por el mero hecho de ser mujer?.
Y,
ya que tratamos este tema tan decimonónico de la equidad, me ha
resultado muy interesante este artículo sobre la opinión Baltasar
Garzón acerca de la cuestión del aforamiento
del rey Juan Carlos y la desigualdad ante la ley que significa:
Critica
la “reforma exprés” para aforar al rey Juan Carlos.
Nada puedo añadir yo a este asunto.
Por
último me gustaría saber por qué el citado autor cree que
necesitamos un Jefe de estado cuando dice: “Pocos
de los que piden la República en la calle estos días parecen pensar
en cuáles serían los costes de una jefatura de Estado politizada.
¿Imaginen que proclamamos la República y en una elección a dos
vueltas gana el candidato del Partido Popular, Esperanza Aguirre, por
ejemplo? ¿O Pablo Iglesias?”.
Ninguno. Creo que tenemos políticos, representantes y burócratas
más que suficientes.
En
resumen, un cargo público hereditario, restaurado por el fascismo,
machista y que justifica la desigualdad ante la justicia ¿es
justificable?