lunes, 11 de octubre de 2010

Al filo de lo posible


   Equipados con seis barritas energéticas de manzana, un litro de té y otro de agua el sábado Paco y yo nos decidimos a ascender el Pichicha.

   El comienzo de la subida ya lo conocíamos, un par de rampas fuertes y constante ascenso moderado. Así durante cerca de dos horas hasta alcanzar la base del volcán. Cuando llegamos a este punto la historia cambió, la senda comenzó a estrecharse o incluso a desaparecer y el terreno se hizo menos estable. A esta altura cada paso que das te hace perder al aire, el corazón bombea como si corrieses con todas tus fuerzas pero apenas avanzas.
   Y entonces llegó la parte más dura, 150 metros de rampa arenosa donde cada metro que avanzábamos retrocedíamos medio, seguido de una última dificultad rocosa... y ya estaba ¡lo conseguimos! Un paisaje andino impresionante, unas cuantas fotos de recuerdo y un encuentro con los gallinazos que nos miraban totalmente indiferentes ante nuestra proeza.

   Así fue nuestra primera experiencia como andinistas ( o debería decir alpinistas por aquello de que somos europeos) 4.680 metros, 6 horas de montañismo y dos enormes ampollas que evolucionan favorablemente.





No hay comentarios:

Publicar un comentario